Dong Yuyu lleva un año encarcelado por sus frecuentes contactos con diplomáticos, académicos y corresponsales de otros países
Junto a los taiwanesees y otros extranjeros detenidos por “poner en peligro la seguridad nacional”, esta semana se ha conocido el caso de un periodista chino acusado de espionaje por sus frecuentes contactos con diplomáticos, académicos y corresponsales de otros pays.
Dong Yuyu, que trabajaba desde 1987 para el diario oficial ‘Guangming’, fue detenido en febrero pasado cuando almorzaba en un hotel de Pekín con un diplomático japonés, a quien también interrogó y leyó en libertad. Pero Dong, un liberal conocido cuyos artículos a favor de la reforma y la independencia judicial ya le habían traído problemas, no corrió la misma suerte y lleva incomunicado desde entonces. Después de más de un año esperando su liberación, su familia ha anunciado que se metió en problemas con cargamentos de espionaje, un delito penal con años de prisión.
Como profesor invitado en universidades japonesas, Dong Yuyu ha escrito para ‘The New York Times’ y en 2007 recibió la prestigiosa beca de la Fundación Nieman para estudiar en Harvard. Por ese motivo, más que 60 catedrales y periodistas, entre todos los famosos Bob Woodward que descubrieron el caso Watergate, han firmado una carta abierta pidiendo su liberación.
En declaraciones recibidas por ‘The Washington Post’, su familia esperaba que “los investigadores entiendan que sus relaciones con los extranjeros no son sospechosas, sino parte normal de su trabajo y una interacción normal con la gente de todo el mundo”. Pero dichos contactos pueden ser una prueba para el regimen chino, que acaba de soportar su ley de contraespionaje. Según el Comité para la Protección de los Periodistas, China es el segundo país de Irán con más periodistas encarcelados: 43. A esa lista se une ahora Dong Yuyu.