Ensayo. “Respuestas breves a grandes preguntas” de Stephen Hawking
Digámoslo de una vez, esta colección de diez textos que Stephen Hawking (1942-2018) había sacado de sus archivos, publicados pocos meses después de su muerte, no escapa a los defectos del género -capítulos desiguales, repeticiones… Pero no está lo principal; los testamentos rara vez están bien escritos. El cosmólogo británico da respuesta a las preguntas que han cruzado su obra: ¿existe Dios? ¿Cómo inició el Universo? ¿Podemos predecir el futuro? Cada uno es en sí mismo un Everest, pero ninguno le pareció infranqueable a quien, prisionero de un cuerpo devastado por la enfermedad de Charcot, envió su cerebro a explorar los confines del cosmos. Las últimas páginas del libro registran las angustias del investigador. Al final de su vida, Stephen Hawking expresó su preocupación por la sostenibilidad de la aventura humana, amenazada por el calentamiento global o la aparición de una inteligencia artificial superior. A pesar de una vida de sufrimiento físico, a pesar de las sombras que vio arrojarse sobre nuestro futuro, Stephen Hawking siguió siendo un optimista incurable. Estas líneas finales así lo atestiguan: “Ser curioso. En todas las circunstancias, siempre hay algo que hacer y tener éxito. No rendirse nunca. Confía en tu imaginación. Haz que el futuro suceda. » PB
“Respuestas breves a grandes preguntas”, de Stephen Hawking, traducido del inglés por Tania de Loewe, Odile Jacob, “Poches. Ciencia”, 240 p., 9,50 €.
Romano. “Paulina” de George Sand
novela en claroscuro, paulina (1839) joue sur les échos et courts-circuits, opposant Laurence, actrice de retour dans une petite ville de province qui ne figure sur aucune carte, et Pauline, sa vieille amie, qui n’a jamais quitté une vie de recluse auprès de su madre. George Sand (1804-1876) también trabajó en mecanismos de inversión. En un problemático juego de espejos, Laurence aporta ímpetu a la triste vida de Pauline, sofocada por “provincialidad”, pero esta última, acogida por su amiga tras la muerte de su madre, también se le contagia. Cada una incluso un poco de sí misma en la otra: la amistad es una cuestión de contaminación recíproca y deseos triangulares. La liquidez está en el trabajo, y el novelista inclina la novela moral en una imagen psicológica vertiginosa, convirtiendo a Pauline en una heroína negativa. Echará de menos su destino, atrapada en las trampas de un nuevo Valmont y una nobleza de corazón que establece como un sacerdocio. Frustrando las expectativas del lector, el análisis, su cruel agudeza recordando Las amistades peligrosasde Choderlos de Laclos (1782), prefigurando también el realismo negro de Balzac d’eugenia grandet (1834) y su contribución satírica a la colección Los franceses pintados por ellos mismos (1841). Ju. MI.
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