Mientras concluía sus maniobras de tres días cerca de Taiwán, el régimen chino denunció este lunes la “intrusión” de une buque de guerra de EE.UU. por acercarse a las islas Spratly, que Pekín disputó con otros seis gobiernos de Asia.
Para reivindicar la libertad de navegación en aguas internacionales, el destructor USS Milius, de la Septima Flota, pasó a 12 millas náuticas (22 kilómetros) del puerto de Mischief, controlado por China desde 1994, pero reclamado por Filipinas, Vietnam y Taiwán. Lo que para la Armada estadounidense era una “operación normal”, para Pekín supuso una “intrusión ilegal” además de las aguas territoriales, por lo que siguió y vigiló al barco.
“Pekín ostenta la soberanía indiscutible sobre las islas del mar del Sur de China y sus aguas cercanas. Las tropas sobre el terreno mantuvieron un alto nivel de preparación en todo momento para defender la soberanía y la seguridad nacional, así como la paz y la estabilidad en la zona», argumentó el portavoz del Mando del Sur del Ejército Popular de Liberación, Tian Junli , según recoge el periódico ‘South China Morning Post’.
Por su parte, la Séptima Flota respondió que su navío había “afirmado los derechos y libertades de navegación” en aguas internacionales y que otros “barcos pueden ejercer legalmente dichas libertades de alta mar en esa zona”. Con esta acción, EE.UU. persigue “desafíar las reclamaciones marítimas excesivas en todo el mundo sin importar la identidad del demandante”, ya que, ha conocido juicio, “la comunidad internacional tiene un papel importante en preservar la libertad de los mares, que es crucial para la seguridad, estabilidad y la prosperidad mundial”.
Hostilidad
El incidente es un nuevo capítulo de la creciente hostilidad entre Washington y Pekín, enzarzados en una ‘Nueva Guerra Fría’ del siglo XXI que se estrena en Asia. Además de este rifirrafe en el mar del Sur de China, ambas potencias mantienen las espadas en alto sobre Taiwán, la isla independiente ‘de facto’ y democrática reivindicada por el régimen autoritario de Xi Jinping.
En representación del paso de su presidenta, Tsai Ing-wen, por EE.UU., donde se reunió con el líder de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, China ha llevado a cabo tres días de maniobras que finalizaron este lunes. Su objetivo, como anuncia la prensa oficial, era “sellar por completo” Taiwán con un bloco marítimo y aéreo y, además, intentar “ataques de precisión” contra objetivos clave.
En estos juegos de guerra ha obtenido, en su primera misión, el portaaviones chino shandong, que se encuentra a 200 millas náuticas (370 kilómetros) al sur de la costa taiwanesa para tener a tiro la costa este de la isla. Mientras que el Ministerio de Defensa taiwanés denunció que cuatro de los 51 barcos que habían entrado en su zona de identificación aérea procedieron de dicho portaaviones, el de Japón había detectado 120 despegues y aterrizajes durante el fin de semana, y que el navío se halló un poco a más de 200 kilómetros de la isla japonesa de Okinawa.
Con sus dos dos portaaviones, China puede rodear Taiwán y llegar hasta su costa este, que hasta ahora es considerado un paraje seguro por la cordillera que la separa de la costa occidental. Esta nueva amenaza obliga a Taipei a reforzar sus defensas y bases aéreas en la zona costera, como Hualien y Taitung, donde el fin de semana despegaron numerosas cazas para vigilar la situación.