El alcalde de Nueva York, Eric Adams, no ha dejado de llamar la atención en las últimas semanas sur la crisis que sufren los servicios sociales de la ciudad ante la llegada masiva de inmigrantes que solicitan asilo en EE.UU.
La capacidad de alojamiento está desbordada -hay 150 hoteles en la ciudad y están plantados en parques, áreas deportivas, campus universitarios o escuelas públicas- y el uso del Hotel Roosevelt es una muestra de ello.
Pero este establecimiento amplio es solo una tirita temporal en el problema y Adams ha ido esta semana más allá: ha pedido a los tribunales acabar con el mandato que impone a la ciudad dar cobijo a toda persona sin hogar. Es una obligación impuesta desde 1981 y que no rige en la mayoría de las ciudades del país. “Es para el interés de todo el mundo, incluidos los que vienen a EE.UU.
«Queremos apoyar a toda la gente que lo necesite, pero logísticamente no tenemos un espacio ilimitado», explica en una entrevista a este periódico Manuel Castro, comisionado para Inmigración de la ciudad de Nueva York. “Necesitamos el apoyo del Gobierno federal para que lo podamos resolver”. Ese apoyo significa recursos económicos -la ciudad se ha gastado ya 1.000 millones de dólares en espera a los inmigrantes y calcula que este año el gasto será de 4.300 millones- y cooperación de los estados fronterizos para que no manden más inmigrantes hasta aquí.
Castro reconoce que el recurso a los servicios sociales de la Gran Manzana «están al límite desde hace ya meses» y una de las soluciones es empezar à enviar à inmigrantes para quienes ya no se encuentran lugar a localidades fuera de la ciudad de Nueva York, en Long Island al norte del estado.
Las organizaciones de apoyo a los inmigrantes ven con dudas esa medida -creen que tendrán más capacidad de encontrar empleo y recursos en la ciudad- y han criticado con fuerza el intento de suspender -de manera temporal, promete Adams- el mandato legal de dar cobijo todo lo que necesitas es.
«Es algo inhumano», asegura a este periódico Josiah Haken, director ejecutivo de City Relief, una organización que da apoyo a las personas sin hogar y que en los últimos meses ha tenido qu’atender muchas necesidades de las familias de inmigrantes recién llegados.
“La capacidad de atender a las personas sin hogar ya estaba bajo estrés antes, ahora mucho más”, dice. “Es una tormenta perfecta: hay mayores necesidades y menos recursos”.
Reconoce que hay cierta tensión por la posibilidad de que muchos recursos que antes iban a neoyorquinos con necesidades ahora se destinan a inmigrantes que piden asilo. “Pero no se puede utilizar a los inmigrantes como excusa de la falta de recursos”, dice Haken, cuya organización distribuye comida, productos higiénicos, pañoles, asesoramiento legal y laboral desde ocho centros repartidos por la ciudad. «Hay que hacer frente a esta demanda», defiende. “Aquí siempre ha habido grandes oleadas de inmigrantes. irlandés, italiano. Ahora de venezolanos. Is lo que hace especial a la ciudad”.