DDesde hace varios meses, a través de la prensa, en las redes sociales, por la degradación de sus locales o el amedrentamiento de sus integrantes, Planificación Familiar ha sido atacada continuamente. Atacada por el apoyo y visibilidad que brinda a las personas trans, también atacada por su papel en el acceso al aborto. La última de estas ofensivas tomó la forma deuna columna publicada en EL Indicarfirmada por numerosas personalidades del mundo académico y el abanderado del psicoanálisis, que finalizó con un llamado a recortar las subvenciones públicas concedidas a esta histórica asociación.
No se trata aquí de volver a la ineptitud que consiste, desde estas posiciones, en negar la construcción social e histórica de los roles de género, ni de recordar la inmensa diversidad de cuerpos y la forma en que se someten cotidianamente al género binario. normas Nos remitimos, sobre estas cuestiones, a la abundante literatura científica desarrollada durante décadas ya las herramientas prácticas diseñadas por las asociaciones de interesados.
Lo que queremos recordar aquí es que si Planificación Familiar está hoy, en todas sus acciones, junto a las personas trans, es porque ha sido, desde su fundación en 1956, actor de todos los temas feministas y de todas las luchas a favor de las personas que son discriminados (antirracismo, anvalidismo, antiserofobia, etc.). Sí, Planificación, un movimiento feminista y de educación popular continúa; es su papel escuchar los nuevos debates que atraviesan la sociedad y que también son llevados por las personas que recibe.
Salud y seguridad
Si los ataques más recientes se centran en la actividad de educación en sexualidad y cuestionan la visibilidad que el Planeamiento da, en esta ocasión, a la existencia de las personas trans, ignoran por completo la mayor parte de sus otras actividades. En el día a día, Planificación actúa por la salud y la seguridad de las personas, sean quienes sean. En primer lugar ofreciendo el acceso gratuito a los derechos sexuales y reproductivos (salud sexual, anticoncepción y acceso al aborto) y luego acogiendo a las víctimas de discriminación y violencia sexista y sexual. Cada año se reciben más de 320.000 personas para ser escuchadas y acompañadas, entre ellas más del 75% de mujeres, alrededor del 20% de hombres y menos del 2% de personas que se identifican de manera diferente.
Inmediatamente surge entonces una pregunta: ¿qué quieren los autores de estos agitadores que reclaman públicamente la Planificación de su financiación? ¿Quién puede atreverse a afirmar que privamos a todas estas personas, incluida la mayoría de las mujeres, de la atención y el apoyo esenciales? ¿Se dan cuenta, estos intelectuales, médicos y psicoanalistas, que están jugando el juego antiaborto? ¿No ven que así permiten legitimar la violencia de la extrema derecha, de la que Planificación es habitualmente víctima? ¿No ven que se están alineando con los programas de esta parte del espectro político que lleva, desde hace años, esta reivindicación de la supresión de las subvenciones públicas a los movimientos feministas?
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