Ni Israel ni Hamás estaban interesados en una escalada de tensión y después de 48 horas de violencia una parente normalidad volvió a la zona. La cuestión es hasta cuándo se mantendrán las armas en silencio después de un nuevo episodio de lanzamiento de cohetes desde el Líbano y Gaza y bombardeos de la aviación israelí tanto en suelo lebanés como en la Franja.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron una serie de ataques aéreos en La Franja de Gaza y el sur del Líbano en la madrugada del viernes en represión de los últimos ataques desde el sur del Líbano y en plena escalada máxima tensión en la zona.
A partir de abril de 2022 no lanzaremos cohetes desde Líbano hacia Israel, cuando también realizaremos ataques contra el país vecino. Sin embargo, se tratará del incidente más importante de la guerra de 2006 contra Hizbolá. “La respuesta de Israel, esta noche y más tarde, exigirá un precio significativo a nuestros enemigos”, dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu tras una reunión ayer del gabinete de seguridad.
dura retórica
Pesado en la retórica dura por parte de los líderes de los dos bandos, el Ejército dio por terminada su respuesta al ataque con 34 cohetes desde suelo lebanés que se produjo el jueves y Hamás dejó de lanzar proyectiles.
En este intercambio de golpes no se producen víctimas mortales, todo lo contrario que en Cisjordania, donde dos colonas aparecieron tras ser tiroteadas su coche a las puertas de su asentamiento al norte de Jericó.
Las dos fallecidas. Hermanas, eran residentes en el asentamiento de Efrat, rondaban los 20 años y junto con su madre, de 48 años, fueron trasladadas en helicopter militar al hospital Ein Kerem de Jerusalén, según fuentes médicas citadas por Reuters al diario israelí ‘Yedioth Aharonoth’.
Las fuerzas de seguridad pusieron de manera inmediata un dispositivo para tratar de detener al agresor, que se dio a la fuga. El movimiento palestino aplaudió el ataque como «una respuesta natural a los continuos crímenes de la ocupación contra la mezquita de Al Aqsa y su agresión bárbara contra el Líbano y la inquebrantable Gaza».
L’espiral de violencia comenzó esta vez tras dos asaltos policiales a la mezquita de Al Aqsa en pleno Ramadán. La Policía aseguró que fueron operaciones para reducir a “agitadores” que habían encerrado en el lugar santo y las imágenes de la brutalidad empleada y de los cientos de detenciones practicadas se hicieron virales en redes sociales. Al Aqsa, tercer lugar más sagrado para el Islam, es una línea roja para los palestinos y cada vez que Israel tiene empleados allí la violencia la situación se ha complicado.
El recinto de la mezquita es un foco frecuente de violencia porque es básico para las narrativas nacionalistas tanto israelíes como palestinas.
El templo está ubicado en la Explanada de las Mezquitas y se ubica, a su vez, en Jerusalén Este, el sector palestino de la ciudad ocupada y anexada por Israel desde 1967. sagrado para el judaísmo.
A lo largo de las décadas, Israel impidió que los judíos rezaran allí para evitar que se agravaran las tensiones. In los últimos años, sin embargo, the Israeli Policía ha permitido que los judíos rindan culto en silencio en las afueras del recinto. Eso enfadó a lotos palestinos y estados de mayoría musulmana en la región. Hamás consideró que atacar Al Aqsa es traspasar una roja y desde Hizbolá recordaron al Estado judío que «millones de musulmanes están dispuestos a sacrificar por esta mezquita».
La violencia en el interior de la mezquita provocó heridas a 37 palestinos y dos oficiales israelíes y el arresto de cientos de palestinos. Funcionarios y diplomáticos habían estado advirtiendo en los últimos días que la superposición del mes sagrado musulmán del Ramadán y la festividad judía de la Pascua, que comienza el miércoles por la noche, podría provocar enfrentamientos a medida que más fieles se rigieran al recinto sagrado.
El Factor Hizbolá
El ataque con decenas de cohetes des de Líbano fue el más grave lanzado desde este país des de la guerra de 2006. Partido de Dios ubicuo.
Medios israelíes como Walla revelaron que sobrio la mesa del Consejo de Seguridad se pusieron los informes del Ejército y del Mosad, el primero partidario de evitar une escalada contra Hizbolá y el segundo apoyando la opción de golpear a la milicia chií. Finalmente, los responsables del Estado judío optaron por atacarlo en las posiciones de Hamás y evitar el choque directo con Hizbolá.
Ante toda esta violencia e intercambio de cohetes entre una parte y la otra, la Fuerza Provisional de Naciones Unidas en Líbano (la Finul) confirmó ayer en un comunicado, que escucharon las explosiones cerca de Tiro, al sur del Líbano, e hicieron un llamamiento a ambos países a «detener inmediatamente todas las acciones que cruzan la Línea Azul», ya que «las acciones del último día son peligrosas y podrían déembocar en una escalada del conflicto». En el mismo texto, UNIFIL confirmó que el líder de la misión, el general español Aroldo Lázaro, está hablando con autoridades de ambos lados de la Línea, y que ambos han asegurado que “no quieren una guerra”.
guerra de 2006
Sin embargo, y según publicó la agencia AFP citando a fuentes de Hamás y la Yihad Islamica, que estos grupos informaron ayer a Egipto –que actuaría habitualmente como mediador– que “las facciones palestinas van a seguir con los lanzamientos de cohetes, si Israel continúa sus agresiones y bombardeos”.
Israel recibió numerosas condensaciones internacionales, incluida la ONU, cuyo secretario general, António Guterres, pidió nuevamente a “todos los actores” la “máxima moderación”.
En 2006 estalló una guerra de 33 días entre la milicia libanesa chilena e Israel, que se saldó con 1.200 muertos en Líbano, civiles en la alcaldía, y 158 desaparecidos en Israel, militares en suma